Elano y Kaká nos mataron....del “pichichi”nada

6:30 de la mañana era la hora marcada para la salida de la excursión, 6:33 estaba partiendo el ómnibus con la totalidad de los pasajeros, arrancamos bien el día.
Los primeros rayos de sol nos dieron la sensación de que tendríamos un día de cielo celeste, como lo deseábamos todos, entre mate y mate, Tabarez y Dunga estaban para la risa con nosotros, armamos y desarmamos los cuadros, cambiamos de posición a los jugadores, en fin, el técnico que hay adentro de cada uruguayo apareció en su máxima expresión.
Como todo, había quien prefería soñar literalmente con el triunfo celeste, y ni bien se acomodo en el ómnibus ya roncaba a pata suelta y dejaba correr el hilito de baba por su boca entreabierta.
No podían faltar tampoco los que con hambre de victoria, y dudando que la organización cumpliera con la promesa de brindar una bandeja de sándwiches, llevó en su equipaje un generoso surtido de comestibles, como galletitas, milanesa a la galleta, coca cola de 2 lts. (pa’bajar) y parece que hasta boniato asado y huevo duro llevaba el glotón.
A medida que pasaban los kilómetros, y nos acercábamos a la capital, el cielo comenzaba a cambiar de color, el celeste fue dando lugar a un gris oscuro, y el sol solamente lo veíamos en las banderas que comenzaban a aparecer de a poco entre los hinchas celestes que llenaban el Rimasil, ¿acaso seria eso un presagio de lo que viviríamos horas mas tarde en el centenario? Pero bueno, el viaje iba marchando mejor de lo previsto, faltaba ahora encontrar el lugar que desebamos en el estadio para poder poner nuestras banderas Tranquerenses a la vista de todo el mundo.
Después de una parada para “desaguar” en Paso de los Toros, continuamos, ahora con destino directo al monumento del fútbol mundial.
El reloj marcaba las 12:30 cuando llegamos al Parque Batlle, nuestro objetivo ahora era encontrar un buen lugar en la Olímpica, donde pudiéramos colocar los trapos que llevamos, objetivo que fue alcanzado alrededor de las 13 horas cuando ya estábamos cómodamente instalados en el segundo anillo, al pie de la torre de los homenajes, como perro con dos colas o mejor decir “como panchero aguantando el carro en la bajada: tirados pa’ tras” todo nos venia saliendo redondo: el viaje, casi nada de espera para entrar al estadio, el lugar que queríamos, las banderas de “Tranqueras Celeste” colgadas en la tribuna, nada nos podía fallar, nada se nos podía escapar de las manos dijera Sebastián Viera, pero… como dijo un gran relator de fútbol, una cagada de la defensa y a la mierda campeonato, menos que carnaval en Tranqueras duró nuestra alegría, creo que 11 minutos se pasaron desde el comienzo del partido hasta el “FRANGO”, (si así con mayúscula) que se comió nuestro guardameta, “el manco” Viera, lo que vino después todos ya saben, 4 pepinos, o mejor 4 bananas nos encajaron los “macacos”, y de eso, como dice Copelia, el personaje de Toma la da ca, “prefiro nâo comentar”, tambien quedó demostrado una vez más la suerte que tienen los brasileros, y como para no tener si "EL ANO" juegá para ellos.

Lo que si les quiero contar y que estoy seguro nadie se imagina, es que para nosotros, los guapos que fuimos en la excursión, lo peor todavía no había llegado, ni siquiera estaba por comenzar, los goles de los brasileros y el tener que aguantar a los macacos en la tribuna cantando “adiós celeste” o “o centenario e nosso”, ni siquiera llegaba a los pies, del tormento que el destino nos había preparado un par de minutos después, y que les voy a contar ahora.
Bien, resulta que terminado el encuentro, y con la canasta llena, arrancamos lentamente hacia el ómnibus para emprender el viaje de retorno, y les confieso, si supiera con lo que nos íbamos a encontrar, les puedo asegurar que todavía estábamos sentados en la Olímpica, porque mi amigo, no fue changa la zancadilla que nos mandó el destino.
Llegando al ómnibus, más de uno quería meterse adentro del excusado, o w.c. o baño, o como lo quieran llamar, para derramar un poco de “lagrimas” acumuladas dentro de la vejiga, fruto de toda una tarde adentro de un estadio, sin poder levantarse para cumplir con tan vital función de nuestro organismo.
Fue acá que el primer guapo se metió al cubículo meatorio, pero no llego ni a acomodarse para desaguar, así como entro salio, como que hubiese visto al lobisón adentro de baño como mínimo, y así uno tras otro de los que ya se habían subido al ómnibus comenzaron a bajar, como si hubieran sido victimas de un ataque químico, cosa que no estaba muy lejos de la realidad.
Acá llega la parte que hace referencia el titulo de esta nota, resulta que “ELANO” soltó a “KAKÀ” y no se podía ni hacer “PICHICHI” adentro del baño. ¡¡¡¡Dios míoooo!!!
No era changa mi amigo, el hombre o mujer, nunca se supo quien fue, pero les puedo asegurar que como mínimo se había comido “cuervos al escabeche”, o “estofado de zorrillo”, y hacia unos cuantos días que los había ingerido, porque el olor no era de comida fresca.
Aquello era como un “Carolina Herrera” a la inversa, se te pegaba en la ropa, en el pelo, en las manos… incluso fue inevitable el comentario “pa’mi eso no es de gente” y realmente no parecía, tanto es así que todos nos mirábamos debajo de la suela de los zapatos para ver si alguno había encontrado algún “regalito”de perro, pero no…¡¡¡era de gente nomás che!!!
Y aquel olor era de lo mas compañero, porque te seguía, te abrazaba, se sentaba con vos, tomaba mate, un amor el olorcito como quien dice…
Lo bueno es que a partir de ese momento ya paso a quinto o sexto plano la derrota de la celeste, el tema ahora era eliminar el fétido aroma que porfiaba en venirse con nosotros hasta las trancas, pero no lo trajimos de colado, en Florida a base de Lavandina y Poet, lo mandamos a la gran siete, y ahí si, volvimos a respirar aliviados, porque les aseguro que ni el virus de la gripe porcina resistió a tan terrible ataque químico.
En fin, un viaje para no olvidarnos jamás, pero lejos estuvo de ser “el peor viaje de tu vida” como se llamaba aquella joda de Tinelli, sino que al contrario, muy bien organizado todo, mucho compañerismo, ningún inconveniente, a pesar de los 4 bananazos y el ataque terrorista, el ambiente fue alegre tanto a la ida como a la vuelta.
De mi parte que fui uno de los organizadores y estoy seguro que el Pity dice lo mismo, muchas gracias a todos por confiar en nosotros, por acompañarnos en esta aventura, por demostrar que Tranqueras puede estar presente en los grandes eventos (en total cerca de 100 Tranquerenses estaban en el Centenario, contando los que fueron por sus medios y los radicados en la capital).
Eso si, para la próxima ya tenemos previsto llevar un buen surtido de detergente y agua jane, (P.H. no, que se limpie con los dedos por guaso..jeje)