Recibí este mail del Yuyo Rehermann, contando anécdotas de su época escolar en los salones de la escuela 3, y fue imposible no tener ganas de publicarlo para compartirlo con todos ustedes, lean y disfruten, vale la pena!!
MI ESCUELA / CUARTO AÑO / 1955
¡Cuidado, cuidado!
¡Ahí viene la maestra Chicha.... ahí viene la maestra Chicha!
Era muy estricta pero muy justa y complaciente con aquellos que seguían sus órdenes y no salían de aquel régimen semi-militar.
Y no era para menos, pues en cuarto ya no había más nada que aprender en materia de travesuras de índole escolar: “rabonas”, tinta en los asientos de los bancos, “colas”, la “gata parida” en plena clase y muchas otras “virtudes” que se iban especializando al correr el tiempo.
Chiquitita pero inmensa en su presencia y su personalidad , nos dijo: “niños, se termino la farra y de este año para arriba hay que trabajar y estudiar como se debe y la disciplina será nuestro pan de cada día y algún día me lo van a agradecer”
¡Dicho y hecho!
Aprendimos con ella, los códigos correctos y necesarios para forjar nuestra identidad como futuros ciudadanos.
¡Maestra, maestra, el niño “Capinyo” me “botó” tinta en el banco!
¡Señorita, señorita, la niña Rosa anda diciendo que yo ando de novia con “el” Carlos y e’mintira!
¡Maestra, me pusieron una tiza en el tintero, qué “bagaseras”!
¡Señorita, me robaron la pluma de la lapicera, que niños malos!
¡Quintana.....Quintana (Cuscurita) por favor, atendé en clase o te mando para la Dirección, haber, haber, ya que estás tan “hablador, ayer hablamos sobre las especias; decime, de donde proviene la pimienta:
“De la “mortandela” señorita”
“Doña Bibiana, la mandé llamar porque su hijo es un desastre; no trae los deberes, no trabaja en clase y molesta, no atiende y si no se corrige, me veré obligada a mandarlo otra vez a tercero.
¡Mire, mire este cuaderno, todos los problemas mal!
Pero Doña Chicha, estas “M” grande con letra roja, el “Nenito” me dijo que era “macanudo”.
Si mal no recuerdo, al tiempo de comenzar las clases, se casó con “Tarita” y mientras duró su luna de miel, creo, la suplantó la maestra Alba Notejane.
Cómo sabíamos que “Tarita” era populista y bonachón y siempre andaba entreverado con el “bagazo”, sin pensar nada, con un razonamiento primario, nos dijimos: “el Tarita la va a amansar”:
¡Negativo!
!Volvió igual o mas férrea!
¡Felicidades maestra, felicidades, la extrañamos mucho” pregonaban en coro las “chupa medías” de las niñas!
Nosotros no pudimos decir nada, porque nos ganó de mano:
¿Qué barbaridades hicieron?
¿Cuántas veces pasaron por la Dirección?
¡Pobre maestra Alba, la habrán enloquecido y ya veremos las quejas de la Señorita Elena!
No estaba muy equivocada.
Volvimos a entrar en su ritmo después de unos días de “asueto” y la verdad que la veíamos algo cambiada, como queriendo entrar en una tregua; hasta qué.....
Su casa paterna quedaba a una cuadra de la escuela y en los recreos, una domestica, le acercaba una bandeja con una merienda.
Recuerdo la blancura de la servilleta que cubría un platillo que con seguridad contenía ricas confituras caseras ( las damas de la familia Navarro siempre se caracterizaron por ser buenas reposteras) que serían el complemento de un aromático té depositado en una fina tetera de porcelana, haciendo juego con el platillo y la taza, todos, finamente decorados.
Volvimos del recreo y continuó la clase.
Se abre la puerta, aparece alguien y le dice: “ la Señorita Elena la necesita”
¡ Ya vuelvo enseguida, pero no quiero ni que se muevan de sus bancos, ¿me entendieron?
¡Siiiii, señorita!
¡Qué si señorita ni si señorita!
Apenas cerró la puerta tras de si, una vieja pelota de cuero a medio inflar, apareció y se armó el bochinche.
El “Lolo” Aquino la “levantó en la pata”
¿Dónde fue a caer?: ¡sobre la bandeja!
Juntamos los mil pedacitos de porcelana, los pusimos en la bandeja, tapamos con la servilleta y nos sentamos con una taquicardia de mi flor, al borde del shock.
¿Qué raro que están tan calladitos? ¡Algo habrán hecho!
Aunque al llegar al pupitre, vería la tragedia, apareció una de las “nenas”;
¡Señorita,..... señorita,..... le rompieron con la pelota,..... su tetera..... y su taza..... y su platillo..... y todo,.....todo..... y sobró un biscocho..... y lo comieron!
¡Lo demás, fue una de las páginas negras de nuestra historia en la Escuela N° 3!
Le gustaban mucho las representaciones y bailes de la fiesta de fin de año y un par de meses antes, comenzaba a organizar, a ensayar y su tetera y compañía pasaron a un segundo plano.
Yo bailé (cuando nó) un baile español, “España Cañí” con Gladys de los Santos.
Se bailó por primera vez en la escuela, un candombe con todas sus figuras; “Chumbito” Palomeque bailó un tango (no me acuerdo con quien) dirigido por su tía Bety que lo había bailado con el Nene Navarro en una velada del Tranqueras; para variar se bailó la Media Caña, el Jarabe Tapatío y el Minué; una alumna de sexto pronuncio palabras de despedida con litros de lágrimas y promesas de eterna amistad, etc., etc., y otros números artísticos que hicieron el deleite de las madres que suspiraban emocionadas al ver a sus hijos sobre el escenario.
¡Jorgito, por favor no te olvides de la letra de la poesía!
¡Hay, esas botas le quedan grandes al Antoñito, y capaz de tropezar el pleno baile!
¿No le pusiste algodón en la punta?
¡Le puse, le puse, pero igual tengo miedo y él tan tímido que es, que si cae, va a ser una desgracia!
¡Trajiste el corcho quemado para hacerle los bigotes y las patillas al Eduardito?
¿Dónde está la crema “Pons” con polvo de carbón para pintar la cara de los negros?
Con la alegría y la emoción de la fiesta de fin de cursos, reinó la calma y la concordia y todos pasamos de grado, inclusive aquellos rezagados, pues la maestra Chicha, rezongando igual, los ayudo para que ello fuera posible.
Cuando voy al pago, siempre que puedo, la visito, pues fue maestra y ahora es una muy querida amiga, al igual que “Tarita”, por supuesto.
¡Gracias “Chicha”, te recuerdo con inmenso cariño!
MI ESCUELA / CUARTO AÑO / 1955
¡Cuidado, cuidado!
¡Ahí viene la maestra Chicha.... ahí viene la maestra Chicha!
Era muy estricta pero muy justa y complaciente con aquellos que seguían sus órdenes y no salían de aquel régimen semi-militar.
Y no era para menos, pues en cuarto ya no había más nada que aprender en materia de travesuras de índole escolar: “rabonas”, tinta en los asientos de los bancos, “colas”, la “gata parida” en plena clase y muchas otras “virtudes” que se iban especializando al correr el tiempo.
Chiquitita pero inmensa en su presencia y su personalidad , nos dijo: “niños, se termino la farra y de este año para arriba hay que trabajar y estudiar como se debe y la disciplina será nuestro pan de cada día y algún día me lo van a agradecer”
¡Dicho y hecho!
Aprendimos con ella, los códigos correctos y necesarios para forjar nuestra identidad como futuros ciudadanos.
¡Maestra, maestra, el niño “Capinyo” me “botó” tinta en el banco!
¡Señorita, señorita, la niña Rosa anda diciendo que yo ando de novia con “el” Carlos y e’mintira!
¡Maestra, me pusieron una tiza en el tintero, qué “bagaseras”!
¡Señorita, me robaron la pluma de la lapicera, que niños malos!
¡Quintana.....Quintana (Cuscurita) por favor, atendé en clase o te mando para la Dirección, haber, haber, ya que estás tan “hablador, ayer hablamos sobre las especias; decime, de donde proviene la pimienta:
“De la “mortandela” señorita”
“Doña Bibiana, la mandé llamar porque su hijo es un desastre; no trae los deberes, no trabaja en clase y molesta, no atiende y si no se corrige, me veré obligada a mandarlo otra vez a tercero.
¡Mire, mire este cuaderno, todos los problemas mal!
Pero Doña Chicha, estas “M” grande con letra roja, el “Nenito” me dijo que era “macanudo”.
Si mal no recuerdo, al tiempo de comenzar las clases, se casó con “Tarita” y mientras duró su luna de miel, creo, la suplantó la maestra Alba Notejane.
Cómo sabíamos que “Tarita” era populista y bonachón y siempre andaba entreverado con el “bagazo”, sin pensar nada, con un razonamiento primario, nos dijimos: “el Tarita la va a amansar”:
¡Negativo!
!Volvió igual o mas férrea!
¡Felicidades maestra, felicidades, la extrañamos mucho” pregonaban en coro las “chupa medías” de las niñas!
Nosotros no pudimos decir nada, porque nos ganó de mano:
¿Qué barbaridades hicieron?
¿Cuántas veces pasaron por la Dirección?
¡Pobre maestra Alba, la habrán enloquecido y ya veremos las quejas de la Señorita Elena!
No estaba muy equivocada.
Volvimos a entrar en su ritmo después de unos días de “asueto” y la verdad que la veíamos algo cambiada, como queriendo entrar en una tregua; hasta qué.....
Su casa paterna quedaba a una cuadra de la escuela y en los recreos, una domestica, le acercaba una bandeja con una merienda.
Recuerdo la blancura de la servilleta que cubría un platillo que con seguridad contenía ricas confituras caseras ( las damas de la familia Navarro siempre se caracterizaron por ser buenas reposteras) que serían el complemento de un aromático té depositado en una fina tetera de porcelana, haciendo juego con el platillo y la taza, todos, finamente decorados.
Volvimos del recreo y continuó la clase.
Se abre la puerta, aparece alguien y le dice: “ la Señorita Elena la necesita”
¡ Ya vuelvo enseguida, pero no quiero ni que se muevan de sus bancos, ¿me entendieron?
¡Siiiii, señorita!
¡Qué si señorita ni si señorita!
Apenas cerró la puerta tras de si, una vieja pelota de cuero a medio inflar, apareció y se armó el bochinche.
El “Lolo” Aquino la “levantó en la pata”
¿Dónde fue a caer?: ¡sobre la bandeja!
Juntamos los mil pedacitos de porcelana, los pusimos en la bandeja, tapamos con la servilleta y nos sentamos con una taquicardia de mi flor, al borde del shock.
¿Qué raro que están tan calladitos? ¡Algo habrán hecho!
Aunque al llegar al pupitre, vería la tragedia, apareció una de las “nenas”;
¡Señorita,..... señorita,..... le rompieron con la pelota,..... su tetera..... y su taza..... y su platillo..... y todo,.....todo..... y sobró un biscocho..... y lo comieron!
¡Lo demás, fue una de las páginas negras de nuestra historia en la Escuela N° 3!
Le gustaban mucho las representaciones y bailes de la fiesta de fin de año y un par de meses antes, comenzaba a organizar, a ensayar y su tetera y compañía pasaron a un segundo plano.
Yo bailé (cuando nó) un baile español, “España Cañí” con Gladys de los Santos.
Se bailó por primera vez en la escuela, un candombe con todas sus figuras; “Chumbito” Palomeque bailó un tango (no me acuerdo con quien) dirigido por su tía Bety que lo había bailado con el Nene Navarro en una velada del Tranqueras; para variar se bailó la Media Caña, el Jarabe Tapatío y el Minué; una alumna de sexto pronuncio palabras de despedida con litros de lágrimas y promesas de eterna amistad, etc., etc., y otros números artísticos que hicieron el deleite de las madres que suspiraban emocionadas al ver a sus hijos sobre el escenario.
¡Jorgito, por favor no te olvides de la letra de la poesía!
¡Hay, esas botas le quedan grandes al Antoñito, y capaz de tropezar el pleno baile!
¿No le pusiste algodón en la punta?
¡Le puse, le puse, pero igual tengo miedo y él tan tímido que es, que si cae, va a ser una desgracia!
¡Trajiste el corcho quemado para hacerle los bigotes y las patillas al Eduardito?
¿Dónde está la crema “Pons” con polvo de carbón para pintar la cara de los negros?
Con la alegría y la emoción de la fiesta de fin de cursos, reinó la calma y la concordia y todos pasamos de grado, inclusive aquellos rezagados, pues la maestra Chicha, rezongando igual, los ayudo para que ello fuera posible.
Cuando voy al pago, siempre que puedo, la visito, pues fue maestra y ahora es una muy querida amiga, al igual que “Tarita”, por supuesto.
¡Gracias “Chicha”, te recuerdo con inmenso cariño!
Comentarios
Los extrano tara y chi ...ya nos vamos a ver
Saludos Larry