Bueno, pasó la noche buena, festejamos, brindamos, tiramos cuetes y bailamos, así se puede resumir la actividad de anoche en la ciudad.
Ya temprano arrancó el asunto de los mensajes, unos cortitos y al pie tipo “feliz navidad”, otros mas elaborados, y algunos en el termino medio, ni muy largos ni muy cortos, el tema es que en mi caso particular no soy muy propenso a grandes mensajes, trato de en pocas palabras ser sincero y hacer sentir a las personas que le envío la nota digital, que realmente le estoy deseando lo mejor, es por eso que en varias oportunidades me sentí un poco sin saber que hacer, cuando recibía enormes mensajes y no se me ocurría nada mas que un “gracias igualmente” para responder, no que sea seco como leña pa’ empezar fuego, sino que realmente quiero decirle a la persona que le deseo lo mejor y ta.
Después viene todo el tema de la cena, ya de tardecita se ven muchas casas que largan las columnas de humo indicando que ahí hay alguien haciéndose llamar “asador” que está tomando un aperitivo y arrimando brasa pa’ dorar el cordero, lechón o asado (que en ese momento todavía estaba crudo).
Cuando llega la hora de servir al cena, generalmente ya estamos por reventar, pues durante el proceso previo, ya fuimos picoteando de todo, lo que hace que en la mesa solamente terminemos de completar el huequito que quedó en nuestra panza, aunque es en estas ocasiones que me doy cuenta que parece que realmente tenemos el estomago dividido en dos, tal cual yo le explicaba a mi madre cuando era chico cuando ella me decía que si no comía no tomaba Coca, pues para comer ya no “damos mas”, pero para tomar ¡¡¡no tenemos fondo”.
Cuando se acerca las doce, nos preparamos para el brindis, algunos ya se encuentran en tan avanzado estado etílico que no saben si es navidad, año nuevo o pascuas, pero eso es lo que menos importa, lo que vale es que seguramente al brindar le van a llenar la copa de nuevo, por lo tanto se ponen ansiosos para la llegada de las 12 campanas.
Después del brindis viene el regalo de Papá Noel, lo cual hace que los mas chicos se pongan en total estado de “ebullición”, lamentablemente siempre hay un Santa Claus que regala alguno de esos jueguitos musicales que nos revientan el tímpano de tal forma que a las 12 y 30 ya le estamos sacando la pila al bichito y diciendo que se quedó mudo el juguete.
Mas o menos así, estoy seguro que fue la navidad en la mayoría de los hogares Tranquerenses, en lo que se refiere a la parte familiar por así llamarlo, porque después viene el asunto de los (el) bailes.
Entre las 2:30 y las 3:00 generalmente es que se llena el bailongo, aunque anoche parece que no fue tan así, mucha gente decidió quedarse en los entornos de la plaza de los 33 y hacer allí mismo su propio baile, en una demostración de que se puede hacer 2 fiestas a la vez, de que lo que vale es el querer divertirse libremente y lo mas importante sin haber armado ningún lío.
El tradicional “Bar de Emilio” se vistió de gala, con mesas en la vereda y adornadas con un delicado vaso plástico descartable con una vela en el centro, lo que quedó realmente llamativo, mis felicitaciones a los de la idea, eso fue el imán que llevo a mucha gente a reunirse a la vuelta de los clásicos parlantes “del Cacho”, quien estoy seguro que desde su silla, “allá arriba” estaba mirando todo, bien sentado con el sombrero tapándole la cara, haciéndose (¿haciéndose?) el dormido como en sus mejores épocas atrás del mostrador de la clásica esquina de 18 y Rivera.
En resumen así se dio la noche en nuestra ciudad.
Ya temprano arrancó el asunto de los mensajes, unos cortitos y al pie tipo “feliz navidad”, otros mas elaborados, y algunos en el termino medio, ni muy largos ni muy cortos, el tema es que en mi caso particular no soy muy propenso a grandes mensajes, trato de en pocas palabras ser sincero y hacer sentir a las personas que le envío la nota digital, que realmente le estoy deseando lo mejor, es por eso que en varias oportunidades me sentí un poco sin saber que hacer, cuando recibía enormes mensajes y no se me ocurría nada mas que un “gracias igualmente” para responder, no que sea seco como leña pa’ empezar fuego, sino que realmente quiero decirle a la persona que le deseo lo mejor y ta.
Después viene todo el tema de la cena, ya de tardecita se ven muchas casas que largan las columnas de humo indicando que ahí hay alguien haciéndose llamar “asador” que está tomando un aperitivo y arrimando brasa pa’ dorar el cordero, lechón o asado (que en ese momento todavía estaba crudo).
Cuando llega la hora de servir al cena, generalmente ya estamos por reventar, pues durante el proceso previo, ya fuimos picoteando de todo, lo que hace que en la mesa solamente terminemos de completar el huequito que quedó en nuestra panza, aunque es en estas ocasiones que me doy cuenta que parece que realmente tenemos el estomago dividido en dos, tal cual yo le explicaba a mi madre cuando era chico cuando ella me decía que si no comía no tomaba Coca, pues para comer ya no “damos mas”, pero para tomar ¡¡¡no tenemos fondo”.
Cuando se acerca las doce, nos preparamos para el brindis, algunos ya se encuentran en tan avanzado estado etílico que no saben si es navidad, año nuevo o pascuas, pero eso es lo que menos importa, lo que vale es que seguramente al brindar le van a llenar la copa de nuevo, por lo tanto se ponen ansiosos para la llegada de las 12 campanas.
Después del brindis viene el regalo de Papá Noel, lo cual hace que los mas chicos se pongan en total estado de “ebullición”, lamentablemente siempre hay un Santa Claus que regala alguno de esos jueguitos musicales que nos revientan el tímpano de tal forma que a las 12 y 30 ya le estamos sacando la pila al bichito y diciendo que se quedó mudo el juguete.
Mas o menos así, estoy seguro que fue la navidad en la mayoría de los hogares Tranquerenses, en lo que se refiere a la parte familiar por así llamarlo, porque después viene el asunto de los (el) bailes.
Entre las 2:30 y las 3:00 generalmente es que se llena el bailongo, aunque anoche parece que no fue tan así, mucha gente decidió quedarse en los entornos de la plaza de los 33 y hacer allí mismo su propio baile, en una demostración de que se puede hacer 2 fiestas a la vez, de que lo que vale es el querer divertirse libremente y lo mas importante sin haber armado ningún lío.
El tradicional “Bar de Emilio” se vistió de gala, con mesas en la vereda y adornadas con un delicado vaso plástico descartable con una vela en el centro, lo que quedó realmente llamativo, mis felicitaciones a los de la idea, eso fue el imán que llevo a mucha gente a reunirse a la vuelta de los clásicos parlantes “del Cacho”, quien estoy seguro que desde su silla, “allá arriba” estaba mirando todo, bien sentado con el sombrero tapándole la cara, haciéndose (¿haciéndose?) el dormido como en sus mejores épocas atrás del mostrador de la clásica esquina de 18 y Rivera.
En resumen así se dio la noche en nuestra ciudad.
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