El día que "El Mancha" me dejó sin terminar el corte.


        Con el Mancha el 22 de Julio del año pasado, en la Mateada de los Tranquerenses




Yo tendría unos 10 años, no más que eso, cuando mi madre nos ordenó a mi hermano Michel y a mí que nos fuéramos a “peluquear”, ya que nuestras cabezas parecían dos cascos negros al mejor estilo de los Beatles.
En ese entonces, decir “Peluquería” en Tranqueras, era decir: Manchita.
Allá fuimos los dos, pedaleando en nuestras bicis, como todo gurí, con pocas ganas, pero en fin, a  cumplir con ese trámite.
Cuando llegamos notamos que no éramos los únicos, habría unas 5 personas más delante de nosotros para hacerse atender por las tijeras del Mancha.
Hasta ahí todo bien, pero cuando nos tocó el turno, tal vez siguiendo  la tradición de que el mayor de los hermanos se tendría que atender primero, don Milton Eloy mandó pasar a Michel al famoso sillón, pero resulta que el que había puesto el pie primero adentro del local de Las Piedras y 18 había sido yo, por lo que me quedé totalmente inconformado por esa cruel discriminación y fruto de mi ira casi adolescente, me retiré raudo, veloz y furioso rumbo a mi querido barrio Brasil, con la melena al viento por la velocidad que mis patitas le implantaban a la vieja Monark BMX.
Ni que hablar que así como llegué a casa, mi madre me mandó de nuevo pa’ atrás, sin entender mi enojo, que en realidad no era más que una disculpa para ver si podía zafar del corte de pelo.
“Voltaste negriño” me dijo el Mancha sin dejar de tijerear al que estaba en el sillón, “te senta ahí que eu ya te corto”.
Con las trompas por el piso, me senté a mirar las viejas revistas que debían datar del año 1960, que estaban en la mesita al lado del sillón de espera.
A la media hora, por fin salieron las palabras mágicas del Mancha, “Bueno negriño, te tocó”.
Ufaa!! Por fin, dije pa’ mis adentros, pero ahí no terminaba la historia, recién estaba por comenzar…
Mientras esperaba mi turno, escuché que el Mancha le comentaba a su fiel escudera Marina, que tenía que ir al banco República, que como todos saben está a dos cuadras de la peluquería.
Hábil como pocos, Milton Eloy sabía que si me decía que lo esperara unos minutos mientras iba a hacer ese trámite, seguramente me iba a levantar, agarrar la bici y “taparme de bicho” otra vez, entonces ¿que hizo?…me cortó la mitad del pelo, y ahí si….vino aquella frase que no me sale de la mente hasta hoy, y ahora al recordar es inevitable que me brote una sonrisa: “Negriño, me aguanta dois minuto que eu vo nu banco y ya veño”….
45 minutos estuve mirándome al espejo esperando al Mancha!!!!! Con la cabeza con un corte punk cruza con Moikano que le daría envidia al mismísimo Neymar.
En fin, esa es una de las miles de anécdotas que se pueden contar del Manchita, ese es uno de los tantos recuerdos que en mi van a quedar de ese gran amigo, que a esta hora seguramente está hablando de Política y de fútbol con San Pedro, tratando de convencerlo que de “una manito” a su querido partido colorado y al glorioso Peñarol, dos de sus grandes amores.
Así elegí hacer este homenaje, con sentimiento, con tristeza naturalmente, pero por sobre todo con una sonrisa en el alma por haberlo conocido y compartido tantos buenos momentos con él, pues seguramente esa es la forma que el quiere que lo recuerden.

A su familia, un abrazo apretado en este momento de despedida, que no es más que un “hasta luego” del querido Mancha, quien seguramente desde lo alto está cuidándolos como siempre lo hizo.

Comentarios

Abuela Creativa dijo…
Qué bueno recordar a las personas así!!